lunes, 6 de mayo de 2019

Democracia y Capitalismo


Peras y manzanas?.

No parece existir relación alguna en éstos 2 conceptos, sin embargo considero que están estrechamente relacionados y son tan compatibles como el agua y el aceite.

La democracia busca la justicia y el bienestar de toda la colectividad supeditada a ella. De ahí nació el sistema de la “social-democracia”.  Un método político, social y económico tendente a recortar los extremos y equilibrar los recursos y capacidades de intervención en la política y sociedad de forma coherente y equitativa. 

El capitalismo y en su forma extrema, el “imperialismo”,  promueve el desarrollo económico siguiendo la premisa básica de obtención del máximo beneficio con el mínimo esfuerzo posible, entrando totalmente en colisión con los principios democráticos. (no tiene interés alguno el aspecto social  o político)

A ningún capitalista le interesa que le recorten sus beneficios favoreciendo colectivos con menos recursos de capitalización.

A ningún colectivo le interesa ser exprimido y explotado para beneficio de una “élite”   aventajada que juega con cartas marcadas, puertas giratorias, y otras trampas fuera de su alcance.

Existe una “capital-democracia”?... pues a mi entender y vistas las premisas anteriores, a medio plazo, no.

Claro, existen las emulsiones, pero conforme a las leyes físicas más temprano que tarde el capitalismo se separará de la democracia.

El poder del dinero, del capital, del control de la economía global, está concentrado cada vez más en menos entidades y menos manos. Los regímenes políticos de los países obedecen cada vez en mayor medida a las premisas de las instituciones financieras, así como a los movimientos de la extrema derecha y de dictadura cada vez menos camuflada.

La democracia social languidece y se regodea en su aparente bienestar social que se derrumba en la UE por momentos.

El lobo del capitalismo rampante viene a comer a todas las ovejas demócratas que eventualmente nos lamentaremos no sólo por haber sido trasquiladas sino por no haber visto a tiempo que íbamos a acabar en el matadero.



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