lunes, 22 de noviembre de 2010

Guerra de divisas ?

En realidad no creo en eso de la guerra de divisas que se cierne actualmente sobre nuestra economía global. Ciertamente es una guerra de intereses económicos de las grandes corporaciones globales con el apoyo de sus respectivos gobiernos.

El perjuicio para el ciudadano de a pié puede ser enorme, pues la interdependencia global, no hará más que dificultar aún más la subsistencia de aquellos colectivos que no tengan mucho que ofrecer (materias primas, servicios competitivos,alta tecnología en exclusiva, etc.)

Habiendo viajado un poco, hemos visto que se puede vivir con US$ 20.- al més en Cuba, o incluso menos en Tanzania, y tambien se puede subsistir con US$ 5,000 en los paises árabes.

Las diferencias de ingresos per cápita son abismales, sin embargo el índice de pobreza se mide, no en términos monetarios, sino en la capacidad de satisfacer los mínimos de supervivencia, a saber, alimentación, cobijo, seguido de educación y sanidad.

Encontramos (a falta de estadísticas fiables) que paises muy "ricos" tienen a parte de su sociedad, muy por debajo del umbral de la pobreza, y otros, con un PIB despreciable, que sin embargo proveen una tasa de pobreza sorprendentemente inferior a lo que cabría esperar.

Asi como está fijado el precio de referencia del oro a nivel mundial (que no se puede comer) debería haber un precio totalmente homogeneo desde el punto de vista de paridad de divisas, para los cereales, la leche, los huevos, y el aporte familiar para la vivienda (sea de alquiler o de compra). Por descontado la sanidad y la educación no tienen precio y deben ser por igual, gratuitos a nivel mundial.

Como ejemplo aritmético tendríamos que si p.ej. en Cuba un litro de leche vale 0,01 Unidades monetarias y en USA vale 1,00 UM., es correcto que en Cuba el Ingreso per cápita sea de 10 UM y en EEUU de 1000.- Eso sí, el tipo de cambio debería ser necesariamente de 100 UM cubanas=1 UM de USA.
Evidentemente no es la leche.., son todos los productos básicos típicos de supervivencia, así como los de vivienda, que tienen que conformar la "cesta" del cambio de divisas.

Siguiendo éste simple precepto, nos encontraríamos más cerca de una valoración equitativa del comercio internacional, menos destrucción de empleo local, la igualdad de oportunidades sería planetaria y sobre todo, nos podríamos ahorrar los movimientos especulativos de bienes y servicios que solo enriquecen a unos pocos oportunistas.

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