martes, 16 de noviembre de 2010

Monópoly

Era por allá en los años 80 del siglo pasado, mis hijos eran pequeños y para pasar el rato nos aficionamos a jugar al monópoly. Aun no habia Nintendos ni Xbox, por no haber, no había siquiera internet. Nos aficionamos bastante y al cabo de bastante rato, gracias a mi suerte y estrategia probada, había conseguido tener varias propiedades seguidas en el tablero. Imposible que mis adversarios no cayeran en cada pasada para pagar su "alquiler" en mis hoteles. Finalmente uno de mis hijos se quedó sin blanca. Con rábia y casi con lágrimas en los ojos, se disponía a abandonar el juego, despotricando contra las injusticias del mundo. En ése momento, al igual que ahora el gobierno de los Estados Unidos, tuve la ocurrencia de dar una oportunidad de seguir jugando todos,(ellos inyectando 600,000 Millones de dólares a la economía estadounidense y yo,repartiendo a mis hijos, y por supuesto a mí tambien), un billete de mil a cada uno, así había de nuevo dinero en circulación, incluso para el que se había quedado sin nada.
Funcionó durante un rato...despues, como yo ya tenía la hegemonía de propiedades, acabé quedandome con todo. El desencanto de mis hijos no mejoró cuando vino su madre, cogió el tablero, lo rompió en trocitos y requisó todos los billetes y los dados. - Desde entonces no volvimos a jugar al monópoly -.

Hoy pienso, que quizas mi buena intención de dar una segunda oportunidad, era una quimera, posiblemente todavía estaríamos jugando todos, si hubiese hecho partícipes a partes iguales a mis hijos de mis propiedades. Así, cayera quien cayera, todos saldríamos beneficiados por igual. - Pero, en donde está entonces la gracia del juego ?.

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